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jueves, 7 de febrero de 2008

¿Sobre qué deberíamos debatir?

UNA VISIÓN AGROECOLÓGICA DEL MOMENTO HISTÓRICO
¿CUÁL ES LA GRAN TAREA DEL MOMENTO?

¿Sobre qué deberíamos conversar?, ¿Cuál es la prioridad del discurso en el momento actual de la humanidad? ¿Es sobre los sistemas económicos y políticos; sobre los sociales, sobre la tecnología? Decidirlo, a nuestro modo de ver, es de ineludible trascendencia. Hemos meditado mucho sobre esto y no encontramos otra urgencia para reflexionar que aquella dirigida hacia la suerte del futuro inmediato de la especie humana. ¿De qué nos sirven los debates políticos si simplemente no somos conscientes de que estamos al borde de la destrucción de la casa grande, la tierra, el único planeta que tenemos, al que estamos confinados? ¿En qué otro espacio territorial tendríamos la posibilidad de discutir o debatir quienes creemos en un sistema humanista, es decir, centrado en el hombre y relación armónica con la naturaleza, con aquellos que defienden al actual, centrado en el capital, en la ganancia, si destruimos al planeta? ¿Es acaso una ficción o un alerta virtual el grito desesperado de los seres vivos que todos los días destruimos? ¡De ninguna manera! Nunca antes la humanidad había estado tan cerca de su destrucción como el día de hoy y el de mañana y durante los próximos días.

¡60 hectáreas de bosques por minuto se desforestan en la tierra!; ello equivale al 10% de la superficie del parque Mittar, Araure, Portuguesa, es como si en diez minutos lo desforestáramos! También equivale a desforestar 87.500 hectáreas diarias. Para tener una idea de esta dramática cifra digamos que es como dejar en desierto absoluto a un territorio del tamaño de Venezuela en apenas ¡3 años! Y estas son cifras promedio. En Estados Unidos, por ejemplo, desaparece una hectárea de árboles cada 19 segundos, 1140 cada minuto, 19 veces más que el promedio mundial.
En el mundo se pierden 5 m2 de selva por cada hamburguesa producida con carne de bovino. Significa esto que cada vez que usted se come una hamburguesa, se está comiendo 5 m2 de selva. Tal destrucción de superficie forestada conlleva la desaparición de 1000 especies vivas al año.

Todas estas cifras la produce la FAO, no las produce Fidel Castro, Hugo Chávez, o el INE venezolano, o el Ministerio de Planificación y Desarrollo del Poder Popular.
Pero más allá de ellas sólo basta con salir a la calle y sentir el agobiante calor que hace unos 10 años no sentíamos. Ese incremento de la temperatura nos obliga a comprar más ventiladores y aires acondicionados, es decir, artefactos que demandan más energía, que en mayor proporción proviene del petróleo, y más producción de petróleo significa mayor emanación de gases que incrementan el calentamiento global de la tierra: ¡Un ciclo perverso!

Pero, ¿Si esa es la realidad, porqué no hacemos nada, porqué seguimos indiferentes ante ella? ¡Simplemente porque la humanidad está enferma!, padecemos el mal de la indolencia producida por la avaricia, por querer tener más, por querer ser ricos a costa de lo que sea, incluso, si es necesario, a costa de destruir la tierra.

* Si la tala de un árbol nos proporciona unos bolívares más de ganancia, lo talamos, que importa si él protege una fuente de agua.
* Si es necesario hacer una autopista para que funcione mejor el comercio, para que los comerciantes ganen más, la construimos, no importa tumbar los árboles que sean.
* Si montar una industria proporciona mayores ganancias para los empresarios, entonces la montamos, que importa si ella contamina el aire que respiramos.
* Si para producir más por unidad de tierra, es decir, para incrementar el rendimiento de un cultivo y obtener ganancias adicionales sea necesario utilizar agroquímicos en cantidades mayores, los aplicamos, que importan los nacimientos de niños hidrocefálicos, sin brazos, deformes, la contaminación de los alimentos, la destrucción de los suelos.

¡La ganancia hermanos!. La ganancia pareciera, y de hecho lo es, ser la razón de ser y de existir para la mayoría de los seres humanos.

La búsqueda de la ganancia irracional es lo que explica:

- Que dos de cada 5 humanos vivan con menos de 1 dólar diario

- Que hoy 500 millones de personas padezcan de escasez de agua, y que dentro de apenas 18 años, para el 2025, serán 3400 millones, el equivalente a la mitad de la población mundial que habita la tierra en estos momentos.

- Que los 14 latinoamericanos más ricos acumulen riquezas equivalentes a los 100 millones más pobres del continente.

- Que en Bolivia el 97% de la población sea pobre, y que más del 50% no conozca los servicios básicos.

- Que en América Latina el 10% más rico se lleve el 60% de la riqueza.

- Que en EUA viva el 6% de la población de toda la tierra y concentre el 50% de la riqueza mundial.

- Que en el mundo se gasten 900 mil millones de dólares en presupuestos militares y que la mitad de esa cifra la gaste sólo EUA.

- Que con sólo el 10% de lo que gasta EUA, según la ONU, bastaría para asegurar lo esencial de la vida de todos los habitantes del mundo.

- Que con tan sólo el equivalente al 4% de la riqueza acumulada de las 225 personas más ricas del mundo, bastaría para cubrirles a los 6 mil millones de humanos agua, educación y salud.

- Que las tres personas más ricas del mundo tengan posesiones que superan todo lo que producen los 48 países menos adelantados de la tierra.

- Que las 15 personas más ricas del mundo tengan riquezas equivalentes a todo lo que produce el continente africano.

- Que las 84 personas más ricas del mundo tengan riquezas superiores a todo lo que producen los 1400 millones de habitantes que tiene China.

Este es el mundo en cifras y estadísticas. La ganancia es un objetivo propio de los sistemas económicos que promueven la libre empresa, que adoran y veneran al dinero, que estimulan el esfuerzo individual cuando nos dicen en las escuelas, universidades, iglesia, familia: “¡Vamos, tu puedes, lucha por vivir mejor, por tener una casa, un carro, una posición!”. Cuando somos padres queremos que los hijos sean doctores y presidente de la república, abogados, arquitectos, ingenieros, porque pensamos que así será posible ser ricos, pero nunca deseamos que sean agricultores o pintores o filósofos o músicos. Y si nos hemos graduado y aún no tenemos carro, es porque nos va mal; el carro es una medida de bienestar.

La pregunta es, entonces, ¿Por qué seguimos empeñados en defender a ese sistema económico que se conoce como capitalismo si sabemos que su práctica cotidiana nos lleva irremediablemente hacia la aniquilación de la especie humana? ¡Por la sencilla razón de que lo llevamos en los tuétanos, sus postulados nos los inyectaron en los genes, en la sangre, a través de la educación, la religión, la televisión, la prensa, la radio, etc.! El sistema capitalista ha sido muy eficiente en moldear la conciencia colectiva para que todos queramos ser millonarios.

Por lo tanto del colectivo, del pueblo, es de donde debe emerger el Poder Popular, en donde se legitima la soberanía del pueblo, debemos tener presente esa realidad y asumir el compromiso de adelantar dos grandes tareas urgentes: cambiar nuestras conciencias y revolucionar sobre esa realidad para construir, en colectivo, un nuevo sistema, diferente, humano, que respete a la naturaleza, que privilegie la vida por encima de la ganancia, que el objetivo sea reproducir las condiciones materiales necesarias para garantizar a las generaciones futuras un planeta en el que puedan existir; si ese sistema se llama Socialismo, abracémoslo; o humanista, como sea, pero que en nada se parezca al capitalista de hoy, ni a cualquier otro que haya existido en al tierra que no hubiera servido para resolver los problemas básicos de subsistencia de la humanidad.

Reflexionar sobre nuevas formas de vincular al pueblo con la institucionalidad emergente no debe ser sólo un acto político, sino fundamentalmente un acto de amor; amor por la naturaleza, por el que está al lado nuestro, por los hijos que no son nuestro engendro y por aquéllos que aún no han nacido; amor por la insignificante hormiga que construye la entrada de oxígeno al suelo para que las bacterias y otros microorganismos puedan producir el alimento de las plantas y éstas su fruto para alimentarnos; por la laboriosa abeja que fecunda las flores y nos da la dulce miel; amor y respeto por la gota de agua, que cuando se junta con las miles que vienen de las montañas, dan vida a los ríos que surten los acueductos de agua potable; amor por el aire, en fin amor por la tierra.

¡Que tremenda responsabilidad, hermanos y hermanas!; asumámosla sin dilación, sin esquivos, sin excusas, con total entrega y dedicación. Cuando debatamos sobre cuáles deberían ser las nuevas formas organizativas del pueblo y de la institucionalidad en el sector agrícola que queremos, pensemos en que deben ser aquéllas que garanticen contribuir con la defensa de la tierra; cuándo debatamos sobre las leyes, seamos primero humanos y después abogados; cuando debatamos sobre la nueva geometría del poder, asegurémonos que éste sirva para hacernos más humanos y menos bestias.

Les invitamos, primero a ustedes, hombres y mujeres de las montañas, productores de Agua, Oxígeno y Vida y, luego a ustedes mujeres y hombres del gobierno, a iniciar hoy la quijotesca tarea de cambiar las condiciones que nos llevan, irremediablemente, hacia la destrucción de la humanidad.

¡Cambiemos, volvámonos humanos!, debe ser el lema a partir de hoy. Convirtámonos en parteros de la tierra, en alumbradores de conciencia, en constructores de vida!.

¡Cambiemos!. Que cada acción diaria nuestra, por más insignificante que parezca, sea parte de la suma de todas aquellas destinadas a parir al hombre nuevo del Che, a la nueva patria!

¡Cambiemos!, impregnémonos del más infinito amor; sin él no podremos convertir nuestra revolución en verdadera revolución; sin él, como decía El Presidente heroico, Salvador Allende, no se abrirán las grandes alamedas para que pasen victoriosos los ríos de luz; incluso sin amor seremos incapaces de ver el amor que hay en los pueblos cuando hacen de la guerra un acto de amor; como dice el poeta, la guerra de hoy es la paz del futuro; hoy nuestra guerra la libramos con las ideas por delante, pero que nadie se equivoque, porque, si es necesario, mañana las armas sustituirán las ideas para defenderlas a ellas.

¡Nuestras esperanzas sólo pueden venir de los sin esperanza!

¡No puede volver a dormir tranquilo aquel que una vez abrió los ojos!

¡Los que aún tienen miedo estarán con nosotros si nos mantenemos firmes!

¡Seamos realistas: pidamos lo imposible!

¡La poesía está en la calle!

¡Decretemos el estado de felicidad permanente!



UN COMPROMISO POR LA PACHAMAMA

A las niñas y niños; a los adolescentes; a las mujeres y los hombres adultos; a los vientos que huyen de la nada; a los ríos, hacedores de rúas profundas; a los árboles, testigos mudos y copas libertinas; a las abejas y hormigas; a las golondrinas y sus nubes, andarinas del cielo; al viejo búho; al águila; al caballo y la rana; a Rocinante y Palomo; a la mantis religiosa que engulle vida por la vida; al feroz león y al manso asno; a la rápida colibrí y al lento morrocoy; a la veloz liebre y al pícaro zorro; en fin a los seres vivos, nuestros hermanos; a los de ayer vida hoy tierra; a los que aún no vinieron, esto declaramos:

Que juntamos voluntades y querencias, tristezas y recuerdos, pesares y alegrías para redescubrir y rescatar en esos sentimientos al resto de humano que yace dormido en nuestra alma ingenua.

Nos juntamos en la tierra, en el aire, en el agua, con el crepúsculo y el cardenalito arisco, los venidos de las montañas venezolanas, los extraviados entre cafetales, para encontrarnos ¡Y nos encontramos!.

…para construir, cual columna de coliseo, fuerte, indestructible, un solo cuerpo con todos los cuerpos que huelen a tierra, andariegos de mil caminos, arrieros de esperanzas.

…para hurgar en el tiempo y recuperar, del ya pasado, nuestra historia perdida entre la modernidad.

…para reinventar nuestra hechura de materia y espíritu, desdoblada por el afán desmedido de la ganancia fácil.

…para recordar a todos que al destruir a la Pachamama nos destruimos a nosotros mismos.

…para jurar que:

Creemos en ti vida.
Creemos en la agroecología, la ciencia subversiva
Creemos en nosotros, condición para creer.
Creemos en la naturaleza, madre de todos.
Creemos en el aire, en el calor, en las estrellas.
Creemos en los pájaros negros, rojos, multicolores.
Creemos en la danza de la corocora al compás del silencio.
Creemos que los peces caen del cielo, como lo cree el llanero que pisa en Camaguán los esteros.
Creemos que el yocoyoco cura la culebrilla.
Creemos en el rezo que espanta los gusanos del maizal.
Creemos en el duende que hacía reír con sus morisquetas al niño que éramos.
Creemos en la tertulia de las ranas y los grillos contándose de noche los chismes del día.
Creemos en la cigarra que se esconde muchos años a ensayar su único canto.
Creemos en la Mantis y el zángano, machos que entregan su vida a su hembra amando.
Creemos tanto en el día como en la noche misma: son fieles, leales, nunca se esconden aunque se huyen.
Creemos en la quijotesca tarea del Hombre Árbol de Araure, Gonzalito: quiere preñar de vida toda la tierra con sólo sus manos.
Creemos en la mujer, dadora de vida, compañera, éxtasis y tranquilidad, confidente y amiga
Creemos en nuestros hijos como en los de toda la tierra.
Creemos en la amistad y en los amigos.
Creemos en la embriaguez del ebrio, en su sonrisa ingenua y sus ojos de culebra.
Creemos en nosotros, seres de la montaña; hombre, mujer, niña, niño, campesinos y campesinas.
Creemos en nuestro negro escupitajo de chimó que pinta quimeras marrones en la tierra.
Creemos en nuestro olor hechura de horas de caminata y de trabajo.
Creemos en el Dios Revolucionario, guía y luz de la esperanza, de la lucha del pueblo, de la utopía, de los sueños.
Creemos en los amores de Bolívar y Sucre, de Bolívar y Manuela.
Creemos en la cordura del loco y en la locura del cuerdo.
Creemos, con el poeta, en los Poderes Creadores del Pueblo.
Creemos en nuestras equivocaciones madre de los aciertos.
Creemos que el día del amor es hoy como lo fue ayer.
Creemos tanto en las lágrimas saladas del cielo salaron las aguas del mar, las del pueblo harán parir al hombre nuevo.
Creemos en el miedo y en la valentía de los hombres.
Creemos en las verdades construidas desde las síntesis humanas.
Creemos en la memoria de los pueblos aunque esté callada.

En fin juramos convertir nuestro aliento en simiente eterno.
Juramos respetar a la Pachamama y sus hijos como nuestra madre y hermanos
Juramos reencarnar Curupira, protector de la naturaleza.
Juramos volvernos montaña
Juramos convertirnos en productores agua, oxígeno y vida
Juramos engendrar, desde el alma yerta, el espíritu del hombre nuevo.

Si no cumplimos mataremos a la Pachamama y moriremos con ella.

Y seguiremos creyendo, es nuestra esencia.

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