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lunes, 14 de enero de 2008

¡¡Convirtámonos en Mantis religiosa!!

Reflexionando acerca de lo que somos, hacia dónde vamos, cuál es nuestra misión dentro de este proceso de transformaciones que vive Latinoamérica y especial Venezuela, recordé a la mantis religiosa; sabía que cuando copulaba se comía al macho con el objeto de garantizarse los nutrientes necesarios para la producción de huevos (esto de los nutrientes me lo informó mi hijo David). Buscando más información encontré el siguiente poema del poeta peruano José Watanabe.

LA MANTIS RELIGIOSA (José Watanabe)
Mi mirada cansada retrocedió desde el bosque azulado por el sol hasta la mantis religiosa que permanecía inmóvil a 50 centímetros de mis ojos.

Yo estaba tendido sobre las piedras calientes de la orilla del Chanchamayoy ella seguía allí, inclinada, las manos contritas, confiando excesivamente en su imitación de ramita o palito seco.

Quise atraparla, demostrarle que un ojo siempre nos descubre, pero se desintegró entre mis dedos como una fina y quebradiza cáscara.Una enciclopedia casual me explica ahora que yo había destruidoa un macho vacío.

La enciclopedia refiere sin asombro que la historia fue así:el macho, en su pequeña piedra, cantando y meneándose, llamandohembray la hembra ya estaba aparecida a su lado,acaso demasiado presta y dispuesta.

Duradero es el coito de las mantis.En el besoella desliza una larga lengua tubular hasta el estómago de ély por la lengua le gotea una saliva cáustica, un ácido,que va licuándole los órganos y el tejido del más distante vericueto interno, mientras le hace gozo,y mientras le hace gozo la lengua lo absorbe, repasandola extrema gota de sustancia del pie o del seso, y el machose continúa así de la suprema esquizofrenia de la cópula a la muerte.

Y ya viéndolo cáscara, ella vuela, su lengua otra vez lengüita.
Las enciclopedias no conjeturan. Ésta tampoco supone qué última palabraqueda fijada para siempre en la boca abierta y muerta del macho.Nosotros no debemos negar la posibilidad de una palabrade agradecimiento.

Hasta aquí el poema.

Y creo que somos como una mantis religiosa, y como tal debemos actuar. Paso a explicarme políticamente. Para ello me apoyaré en un trabajo del compatriota Gaspar E. Velásquez de la Liga Socialista publicado en un libro compendio titulado “Para comprender la revolución bolivariana” (Ediciones de la Presidencia de la República, 2004).

En los conversatorios políticos he mencionado, de lo aprendido con los camaradas Marx, Engel y Lenin, que el Estado burgués existe para legitimar las relaciones de dominación de una clase, la burguesa, sobre otra, la proletaria; al mismo tiempo que legitima la existencia misma de las clases sociales. La circunstancia de existir una clase que oprime a otra explica y justifica que ellas estén en permanente confrontación. Esto nos lleva a la siguiente interrogante: si no existiesen clases sociales en pugna ¿tendría sentido que exista el Estado?.

En el marco de la dialéctica marxista el capitalismo encierra en sí mismo su propia negación, el proletariado, quien llegado el momento de máxima confrontación toma el poder por la vía violenta, pues la burguesía no lo cederá y para su defensa ha creado mecanismos como la policía, en toda la extensión de la palabra; las leyes, las instituciones, los modelos educativos, religiones, la globalización, etc., para legitimar el estatus quo. Un ejemplo de esa violencia ocurrió en 1989. Ese año el pueblo sale a apropiarse de lo que el mismo produce y que le estaba negado por la burguesía y los gobiernos de turno, principalmente AD y COPEI. Por eso, dice el compatriota Gaspar Velásquez, la Revolución Bolivariana es una lucha de clases, porque pone al desnudo la confrontación entre el Imperio y los pueblos oprimidos del mundo, es decir, entre el gran capital mundial y los pobres.

La Revolución Bolivariana no tomó el camino de la violencia. Y más prueba que 9 procesos electorales para legitimarla hablan por sí solos. Pero ¿por esa razón no es violenta?. La historia de los años que van desde 1989 hasta ahora han demostrado que si lo es, y no porque ese haya sido el camino escogido, sino porque la burguesía, no sólo la nacional, sino fundamentalmente el gran capital mundial, ha venido reaccionando y actuando con violencia; ¿o es que acaso el paro petrolero, el golpe de estado de Pedro El Breve, el asesinato de más de 130 campesinos y de Danilo Anderson, la permanente intervención de los Estados Unidos en nuestros asuntos, los frustrados magnicidios entre otros hechos no son ejemplos de ello?.

Ahora veamos lo siguiente en la lógica del análisis anterior. El proletariado, plantea el marxismo, hará la revolución por la vía violenta para destruir las relaciones de dominación, las relaciones históricas de producción que explican las clases sociales y sus antagonismos. El proletariado no se plantea destruir al Estado porque él no es el enemigo fundamental; él desaparecerá al mismo tiempo que desaparezcan las causas que explican la existencia de las clases sociales y por ende él como su legitimador. Entonces la pregunta que salta es la siguiente: ¿el pueblo que está haciendo la Revolución Bolivariana no es también el proletariado?; ¿no somos acaso la clase social sometida a la dominación de las relaciones de producción?; ¿la Revolución Bolivariana no encierra una lucha de clases?.

No tengo ninguna duda sobre respuestas afirmativas a las preguntas anteriores. Entonces, siendo así, es decir, siendo que somos proletarios, la nuestra también es una lucha por destruir las relaciones de dominación, las relaciones de producción que las explica; es una lucha contra toda forma de legitimación del Estado burgués.

Entonces yo creo que una respuesta a la pregunta de cuál es nuestra misión en esta revolución bolivariana está ahí: es una lucha contra toda forma de legitimación del Estado burgués, independientemente de que hayamos escogido el camino de una revolución pacífica, auque su proceso es, en esencia, violento.

Por eso es que digo que somos una Mantis Religiosa. Tenemos que meternos dentro de ese Estado para irlo destruyendo, para dejarlo vacío como dice José Watenabe en el poema; eso no significa que sea un proceso pacífico; por el contrario es violento en el marco de las mismas condiciones impuestas por el sistema burgués, el cual no se dejará desplazar sin ofrecer resistencia. Por ahora la violencia se manifiesta en pujas por el control del Estado, en algunas escaramuzas. Pero ya dejará de ser pacífica, ya se tornará en una abierta confrontación entre las fuerzas antagónicas.

Esta misión aún no la hemos comprendido. De forma autocrítica debemos reconocer que estamos legitimando al viejo estado burgués que queremos destruir. Por más loables que sean nuestros actos e intenciones, lo cierto es que hemos aceptado el espacio de institucional (gobierno, partidos, etc.) bajo las mismas reglas y para los mismos fines que fueron creados. En realidad ¿Qué nos diferencia?. Tan solo el discurso y un mayor compromiso con los excluidos.

Comparto con el camarada Gaspar Velásquez la idea de que no hemos entendido que “la actual Revolución Bolivariana…es una revolución derivada de una crisis revolucionaria, donde los de abajo no quieren que siga gobernando la oligarquía y la oligarquía no está en capacidad de imponer su opresivo poder a los de abajo…que la Revolución Bolivariana es la que demarca las contradicciones entre el imperio y los pueblos”.

No hemos entendido en su total dimensión que la Revolución Bolivariana, por estar fundada en el ideario del Padre de la Patria, es una revolución para enfrentar la globalización neoliberal que viene impulsando e imponiendo el imperio norteamericano; y lo hace porque no tiene más alternativas para continuar con su modelo destructor del ambiente y del hombre.

Pero en chiquito, ¿de qué forma estamos legitimando al estado burgués?. De muchas.

Por ejemplo, cuando no definimos objetivos políticos que guíen nuestras acciones; cuando carecemos de un plan político y de uno estratégico. Cuando dejamos que nos arrope la improvisación.

También legitimamos al estado burgués cuando repetimos sus postulados, por ejemplo, en la educación, en la agricultura, en la cultura, en los modelos de organización, etc. Y lo hacemos porque no estudiamos, lo cual nos hace ignorantes, caldo de cultivo para la dominación.

Legitimamos al Estado burgués cuando repetimos una práctica de gobierno impuesta por la oligarquía; cada vez que legitimamos los procedimientos burocráticos estamos diciendo que la administración pública no sirve; de esa manera legitimamos el discurso que pretende la privatización de los servicios públicos porque el gobierno es ineficiente. Y cuando decidimos “ser eficientes” buscamos parecernos a la empresa privada”, o sea pues, a la burguesía.

Legitimamos al estado burgués cuando dispersamos los esfuerzos individuales en el tareismo y los colectivos en prácticas desleales, figuratistas, oportunistas.

Legitimamos al estado burgués cuando reproducimos las prácticas mendicistas, cuando creyendo que somos “buenos”, “solidarios”, impedimos que el pueblo genere sus propios mecanismos para resolver sus problemas; es una forma de no creer en los “poderes creadores del pueblo”.

Legitimamos al Estado Burgués cuando nos asumimos poseedores de la verdad y cuando pretendemos imponerla bajo el supuesto de que los otros son como esponjas secas a las que hay llenar.

Legitimamos al Estado burgués cuando nos dejamos arropar por la cotidianidad de la institución y relegamos a un segundo plano el compromiso político y social que tenemos. Incluso cuando en esa cotidianidad olvidamos lo que es ser un funcionario público.

¿QUÉ DEBEMOS HACER PARA CONVERTIRNOS EN REALES MANTIS RELIGIOSAS?

· Antes que ninguna otra cosa llenarnos de mucho amor; practicar lo que predicamos; ser ejemplo de ciudadanos, no sólo pedírselo a los demás.
· Debemos cultivar virtudes como la paciencia, tolerancia, constancia, comprensión; la acuciosidad.
· Es fundamental que nos comprometamos, más allá de las exigencias del empleo o de la militancia.
· Debemos estudiar todos los días, pensar mucho, leer, discutir, escribir.
· Entender que la misión es la toma del poder, aunque hayamos escogido la vía democrática para ello; que el Poder lo debe conquistar el pueblo; para eso debe organizarse y prepararse.
· Debemos reflexionar sobre cada uno de los actos a fin de evitar legitimar al modelo que queremos destruir.
· Hacer un esfuerzo supremo por ser creativos sobre nuevas formas organizativas e institucionales alternativas: crear una nueva institucionalidad.
· Cada acción, cada asamblea, cada reunión, todo encuentro con el pueblo, por más insignificante que parezca, debe culminar con algún saldo: organizativo, cognitivo, de planificación, de crecimiento humano, etc.
· Debemos ser buenos padres, amigos, hermanos.
· Cultivar valores tales como la solidaridad, la lealtad, el compañerismo, el trabajo colectivo, la amistad.